martes, 18 de mayo de 2010

Fundamentación Ludica

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Actualmente el juego es considerado como una actividad con intencionalidad pedagógica; como un facilitador de las prácticas de enseñanza/aprendizaje ya que el niño a través del juego es capaz de negociar significados y de compartir conocimientos con otros niños y con los adultos.

Se puede afirmar que a través del juego los niños y niñas en edad escolar desarrollan nuevas formas de explorar la realidad y se provee de estrategias diferentes para operar sobre la misma. La experiencia lúdica permite entonces descubrir nuevas perspectivas de su imaginación, pensar en diversas formas para la solución de un problema, desarrolla a su vez diferentes estilos de pensamiento y transforma el intercambio social dentro y fuera de la escuela.

Entonces, al considerar el juego como actividad central de la infancia, de la apropiación y significación de los conceptos y contenidos dentro del primer ciclo se debe incluir la actividad lúdica dentro de las acciones educativas cotidianas.

Sin embargo, antes de asumir el juego como estrategia pedagógica dentro de las dinámicas escolares del primer ciclo, es importante conocer algunas de las principales definiciones de juego y su relación con la educación y la pedagogía.

Aun hoy y dentro del amplio repertorio de autores que abordan el tema del juego, no se puede generalizar acerca de su definición y las implicaciones de su abordaje dentro de los procesos de enseñanza/aprendizaje propios de la escuela.

De acuerdo con la corriente psicoanalítica E. Erikson realiza un acercamiento al juego y a su importancia dentro de la denominada “edad del juego”, la cual se sitúa en términos psicosexuales en la fase fálica y hace parte de la edad de la iniciativa, donde el juego se presenta como una actividad intensa y esencial para el crecimiento y desarrollo de los infantes. Erikson lo plantea de la siguiente forma:

“Es un hecho inherente a su prolongada inmadurez que el hombre debe adiestrar los rudimentos de su voluntad en situaciones en las que no se sabe muy bien qué quiere y por qué, lo cual hace que a veces su voluntariedad sea algo desesperada. Por idéntico motivo, desarrollar en la “mera” fantasía y el juego, los rudimentos del propósito: una perspectiva temporal que da dirección y meta al esfuerzo concertado. El juego es para el niño lo que el pensamiento y el planteamiento son para el adulto, un universo triádico en el que las condiciones están simplificadas, de modo que se pueden analizar los fracasos del pasado y verificar las expectativas (…)
[1]

Lo anterior nos permite valorar la importancia del juego dentro del desarrollo psíquico de los niños y las niñas no sólo dentro de la edad escolar sino en etapas anteriores, ya que les permite avanzar hacia nuevas etapas de dominio, convirtiéndose en la forma infantil de la capacidad humana para manejar la experiencia mediante la creación de situaciones modelo y para dominar la realidad mediante el experimento y el planteamiento
[2]

Por otro lado los estudios sobre el desarrollo de la inteligencia, realizados principalmente por Vigotsky permiten un acercamiento a la función del juego en la cotidianidad del niño y a su función dinamizadora en los procesos de desarrollo, lo que lleva a considerarlo como una Zona de Desarrollo Próximo (ZDP) proporcionando un factor que le permite al niño avanzar hacia nuevas formas de interacción consigo mismo, con los otros y con el medio.

Así, Jean Piaget afirma que “el niño que juega desarrolla sus percepciones, su inteligencia, sus tendencia a la experimentación, sus instintos sociales, etc. Por eso el juego es una palanca del aprendizaje tan potente en los niños, siempre se ha conseguido transformar en juego la iniciación a la lectura, el cálculo y la ortografía… Se ha visto a los niños apasionarse por estas ocupaciones que ordinariamente se presentaban como desagradables”
[3]

Jerome Bruner por otro lado nos permite establecer las relaciones del juego con el pensamiento y el lenguaje. Según este autor, el juego es un escenario que le permite al niño la realización, exploración e invención de la realidad a través de espacios y actividades poco frustrantes que contribuyen a la asimilación de los valores de la cultura particular de cada ser humano. De esta manera se puede establecer una relación más amplia entre la incidencia de la actividad lúdica y el desarrollo del lenguaje. El lenguaje no sólo se aprende al jugar sino que se aprende a utilizarlo como instrumento del pensamiento para configurar la realidad a través de la capacidad semiótica.

Al llegar a este punto, es necesario reflexionar acerca de la diferencia semántica entre el término lúdica y el de juego. Se puede afirmar que todos los juegos son de carácter lúdico. Sin embargo, la lúdica no puede ser un término que se limite a la función del juego, debe asumirse a la lúdica como una trascendencia más allá de éste que permite el desarrollo del ser humano y lo constituye como tal. Es decir, es un componente esencial de la personalidad y la conducta, de todo ser humano.
Según la Real Academia de la lengua Española, la palabra Lúdica proviene del latín ludus, lúdica/co dícese de lo perteneciente o relativo al juego. El juego es lúdico, pero no todo lo lúdico es juego. La lúdica se entiende como una dimensión del desarrollo de los individuos, siendo parte constitutiva del ser humano. El concepto de lúdica es tan amplio como complejo, pues se refiere a la necesidad del ser humano, de comunicarse, de sentir, expresarse y producir en los seres humanos una serie de emociones orientadas hacia el entretenimiento, la diversión, el esparcimiento, que nos llevan a gozar, reír, gritar e inclusive llorar en una verdadera fuente generadora de emociones.

La Lúdica fomenta el desarrollo psico-social, la conformación de la personalidad, evidencia valores, puede orientarse a la adquisición de saberes, encerrando una amplia gama de actividades o juegos donde interactúan el placer, el gozo, la creatividad y el conocimiento.

Ahora bien, la educación debe basarse en las necesidades e intereses de los niños y las niñas, por esto el juego es un factor decisivo en la educación ya que promueve la estimulación de las relaciones cognoscitivas, afectivas y verbales, psicomotoras y sociales. La mediación socializadora del conocimiento da una reacción activa, crítica y creativa de los niños y niñas, convirtiéndolo progresivamente en un compromiso consciente, intencional y transformador dentro de la sociedad.

Mediante el juego, los niños y niñas se manifiestan como tal, se desinhiben de roles predeterminados y aflora su expresión particular e individual. Es mediante el juego que la infancia busca satisfacer sus necesidades básicas de socialización, comunicación y experimentación. Lo que lo convierte en la estrategia preferente para la enseñanza/aprendizaje de conceptos y significados dentro de la etapa escolar.

[1] REYES, Rosa Mercedes. El juego. Procesos de desarrollo y socialización. Contribución de la Psicología. Ed. Magisterio. Santa Fe de Bogotá-1999. P. 26-27.
[2] Ibíd.
[3] PIAGET. Jean. La formación del símbolo en el niño. México, 1978. P.15.

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